Artículo original
Demencia y el Vaso Sanguíneo
Autor: Eduardo CastroRev. Ecuat. Neurol. VOL 12 Nº 1-2, 2003
En 1894, Binswagner describió la patología cerebral de un grupo de sujetos hipertensos, caracterizada por severa demielinización de sustancia blanca, centros ovales, e infartos pequeños subcorticales. Se consideró que este hallazgo era sumamente raro en el material patológico. Hacia 1896, Kraepelin, refiriendo al deterioro cognitivo como demencia, las divide en una forma senil y otra, mucho menos frecuente, la demencia aterosclerótica. En 1907, Alois Alzheimer, describe el caso de una mujer de 51 anos, con severo daño de su memoria, excitable , deterioro cognitivo progresivo e ideas paranoides. Fallece a los cuatro años de iniciada su enfermedad, y el estudio patológico revela degeneración neuronal y placas argentofílicas, más tarde las placas seniles,cuyo núcleo corresponde a depósito de amiloide anormal. Esta descripción, que a la luz del conocimiento actual, sería un caso de enfermedad de Alzheimer, en una paciente más joven que el promedio de edad de la patología, llevó a Kraepelin y su influyente criterio, a diferenciarla de la demencia senil. Esta confusión persistió en la mayor parte del siglo XX y solo en el último cuarto de siglo, gracias al refinamiento de la anatomía patológica, genética y patología molecular, se convenció a la comunidad médica que la mayor parte de casos de demencia senil y no senil, en realidad corresponden a la enfermedad de Alzheimer.
Sin embargo, este estudio ignoró por un buen tiempo, la relación entre la patología vascular cerebral y el deterioro cognitivo progresivo. Básicamente en los últimos diez años y gracias a la generosa contribución de comunidades religiosas en Estados Unidos que permitieron el seguimiento clínico y neuropsicológico de sus miembros, por muchos años. Incluso, una vez fallecidos, el cerebro fue cedido para estudio histopatológico, aportando una valiosa información que busca aclarar el papel del vaso sanguíneo en la demencia.
Adicionalmente,el retraso en el avance de la clasificación y el entendimiento de la demencia vascular se debió a que la mayor parte de los criterios para diagnosticar demencia, DSM III-IV, ADDTC, NINDS-ARIEN, tienen una altísima sensibilidad en la identificación de pacientes con Alzheimer, pero índices muy altos de falsos positivos y negativos al diagnosticar la demencia vascular.