Publicación Oficial de la Sociedad Ecuatoriana de Neurología, de la Liga Ecuatoriana Contra la Epilepsia y de la Sociedad Iberoamericana de Enfermedad Cerebrovascular
 

Artículo original

Conceptos que se Confunden, Niveles de Litio en Sangre y Enfermedades Psiquiátricas.

Autor: R. Morla

Rev. Ecuat. Neurol. VOL 12 Nº 3, 2003
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    Resumen

    De unos meses a la fecha se escucha con mayor frecuencia que algunos profesionales de la salud, están considerando el valor del litio en sangre (Litemia) como una manera muy poco ortodoxa de apoyarse en el diagnostico de un trastorno depresivo, con lo que se está consiguiendo confundir a una buena parte de los médicos y se está generalizando en la comunidad algo que se podría calificar muy bondadosamente como “una clase mal entendida”. El Litio es un metal que no se halla libre en la naturaleza, hasta la actualidad se desconoce su función fisiológica en el organismo, en el que normalmente se halla en una concentración sérica de 10 a 20 nanogramos por litro. El efecto farmacológico de las sales de Litio (carbonato, citrato, sulfato, acetato, glutamato y gluconato), fue dado a conocer en 1949 gracias a los estudios de Cade (Lithium salt in treatment of phychotic excitement. Med J Aust 1949;2:349-352) y a partir de 1954, Shou empezó a determinar los niveles plasmáticos de litio, reconociendo sus efectos clínicos en la fase aguda del trastorno bipolar en su etapa maníaca y en la reducción de la frecuencia y gravedad de las recidivas de dicha enfermedad mental.

    Es recién en 1970 que la FDA (Food and Drug Administration) aprueba en los Estados Unidos la utilización clínica del litio en los trastornos bipolares que para entonces todavía se denominaban como psicosis maniaco-depresiva. Las sales de litio, pusieron un punto de partida para el estudio de la farmacología de sustancias capaces de modular las fluctuaciones patológicas del humor y del ánimo que hoy en día son llamadas de manera general “estabilizadores del ánimo.”

    Solicitar una litemia en una persona que no está recibiendo alguna de las sales de litio es algo inútil, puesto que se trata de un metal pesado que nuestro organismo mantiene en cantidades mínimas y el examen sanguíneo del nivel de litio fue diseñado para monitorear su valor en las personas que habiendo sido diagnosticadas clínicamente de un trastorno bipolar se las somete a la prescripción de litio diaria, por lo que nos vemos obligados a vigilar estos valores ya que podrían convertirse en tóxicos, (un mEq de litio, equivale a 37 mg de carbonato de litio por vía oral).

    Las indicaciones psiquiátricas para el uso de litio son muy claras y específicas y su valor terapéutico se alcanza entre 0.5 y 1.5 mEq por litro. De esta medicación se benefician los pacientes diagnosticados de trastorno bipolar I y II, trastorno depresivo recurrente, trastorno esquizoafectívo y trastornos de personalidad emocionalmente inestables. Son tambien de utilidad para potenciar el efecto de los antidepresivos en el tratamiento de la depresión resistente, en el trastorno obsesivo-compulsivo, en los síndromes orgánicos, en la agresividad crónica, en la conducta antisocial, en la impulsividad y también para aminorar el nerviosismo y la excitabilidad en el 50 % de los paciente con esquizofrenia. Además de lo anterior, el Litio tiene algunas indicaciones clínicas no psiquiátricas como la hiperuricémia, la gota, la litiasis renal, la tensión premenstrual, la enfermedad de Meniere, la parálisis hipocaliémica y la migraña (en especial la cefalea en racimo).

    En los sujetos sanos que no toman litio, las concentraciones en sangre son tan bajas que prácticamente están libres de efectos psicotrópicos, sin embargo, al administrarles litio a estos sujetos sanos, se ha informado de un estado disfórico subjetivo, indiferencia, astenia, ligero deterioro de la función mnésica global e hiporeactividad al ambiente y por último alteraciones neurofisiológicas en el electroencefalograma.Lamentablemente aún no se cuenta en el medio psiquiátrico con predíctores clínicos, bioquímicos o funcionales que puedan utilizarse como ayuda en el diagnóstico de la depresión y por ahora, la herramienta más útil y vigente que tenemos a la mano sigue siendo la clínica.



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