Artículo original
Neuritis Optica: Análisis de 30 pacientes
Autor: Alicia Teresa Valdés-RamosRev. Ecuat. Neurol. VOL 10 Nº 1-2, 2001
El término neuritis óptica se usa en forma muy amplia para denotar inflamación, degeneración o desmielinización del nervio óptico y, aunque algunos le llaman indistintamente papilitis, es más adecuado reservar el término neuritis para las inflamaciones propiamente dichas del nervio óptico, incluyendo las afecciones contiguas de las meninges, tejidos orbitarios, senos paranasales y enfermedades desmielinizantes. Por lo general, las opiniones coinciden en que debe reservarse el término papilitis para la forma intraocular de neuritis que va acompañada de cierto grado de edema o hiperemia del disco. Esta entidad se presenta con más frecuencia en pacientes entre 20 y 50 años de edad, aunque se ha descrito en niños. Clínicamente cursa con dolor intenso alrededor y detrás del ojo, especialmente con los movimientos oculares a lo que puede añadirse cefalea frontoocular ipsilateral. La relación entre el dolor y la pérdida visual es variable, el dolor casi siempre precede un día o dos al inicio de la alteración visual. Otros síntomas oculares referidos por los enfermos son la disminución de la nitidez de percepción, sensación de irritación del ojo, lagrimeo excesivo, escozor, fotofobia y fotopsia. El síntoma típico más importante es la pérdida un tanto súbita (horas o días) de la agudeza visual. Si la pérdida de la visión es lenta y se prolonga durante meses debe ofrecer dudas el diagnóstico.
La neuritis óptica es una de las enfermedades más frecuentes que afectan el nervio óptico y tiene clara relación con algunas entidades específicas, tales como procesos inflamatorios de la vecindad, enfermedades sistemáticas y esclerosis múltiple. En esta última, la perdida monocular de la función visual está dentro de la tríada de síntomas más frecuentes.
En el diagnóstico diferencial precoz, son decisivos los métodos de exploración funcional (agudeza visual, campo visual, visión de colores, examen de sensibilidad al contraste, etc.) y los electrofisiológicos (electrorretinograma y potencial evocado visual cortical) así como la anamnesis y el examen físico; aunque este último a veces sólo permite sospechar el diagnóstico al observarse un reflejo pupilar perezoso o ausente (pupila de Marcus Jun) en presencia de fondo de ojo normal. Es nuestro objetivo demostrar la utilidad de algunos de estos métodos en el reconocimiento temprano de la enfermedad y lo que ellos pueden aportar al diagnóstico diferencial y etiológico.