Artículo original
Evaluación de la calidad de las guías de práctica clínica sobre enfermedad vascular cerebral aguda mediante la herramienta AGREE II. Quality assessment of clinical practice guidelines on stroke using the AGREE II tool
Autor: Marco Vinicio Culqui-Sánchez MD, Andrés Sebastián Herdoíza-AlmeidaRev. Ecuat. Neurol. VOL 32 Nº1, 2023
Objetivo: Evaluar de calidad de guías de manejo clínico de la enfermedad vascular cerebral aguda entre el año 2010 y 2021.
Métodos: Evaluación mediante instrumento AGREE II. Se realizó correlación intraclase par dos observadores y se analizó el acuerdo sobre objetivos de presión arterial y uso de escalas prehospitalarias.
Resultados: se incluyeron 21 guías de práctica clínica. La correlación entre observadores fue de 0.88 (95% IC: 0.69-0.95). La puntuación más alta alcanzó la claridad de la presentación mientras que la más baja fue aplicabilidad. Nueve guías (42.9%) fueron “recomendadas,” siete “no recomendadas” (33.3%) y 5 fueron “recomendadas, pero con modificaciones.” Existe acuerdo en los objetivos de presión arterial en la fase inicial. La escala Fast fue la más recomendada.
Conclusiones: Menos de la mitad de las guías analizadas fueron recomendadas para su uso clínico. A partir de 2016 las guías han demostrado mejorías sustanciales en su calidad. La implementación y uso activo de las guías requiere fortalecer la aplicabilidad e independencia editorial.
Objetive: Evaluate the quality assessment of the treatment guidelines for stroke between 2010 and 2021.
Methods: Evaluation by AGREE II instrument. Intraclass correlation was performed for two observers, and it was analyzed the consensus on blood pressure goals and the use of prehospital scales.
Results: 21 clinical practice guidelines were included. The consensus between observers was 0.88 (95% CI: 0.69-0.95). The highest score was for clarity of presentation, while the lowest was for applicability. Nine guidelines (42.9%) were “recommended,” seven were “not recommended” (33.3%) and five were “recommended, but with modifications.” There is consensus on the blood pressure goals in the initial phase. The Fast scale was the most recommended.
Conclusions: Less than half of the guidelines analyzed were recommended for clinical use. Since 2016, the guidelines have shown substantial improvements in their quality. Implementing and actively utilizing the guidelines demands strengthening the applicability and editorial independence.